Es otoño.
La hojarasca suena estrepitosamente, al oir tus pasos.
El viento gélido acaricia tu sensible piel.
Yo, sentado, te oigo venir.
Sensasiones por doquier me invaden.
Tu voz, melódica como el canto del ruiseñor,
es una gran companía.
Y en esa ruidosa hojarasca,
nuestras miradas se funden en una.
No se que pueda ser esa conexión,
pero me hipnotiza.
Me dominan esos ojos pardos,
que lo dicen todo con solo verlos.
Luego se rompe el silencio.
No se que tendrán nuestras charlas,
pero me reconfortan inmensamente.
Disipan mis dudas,
y me hacen tener otra percepción de las cosas.
Oirte me da paz, alegría,
y me hace sentir que vuelo,
como el cóndor entre montañas.
Luego te vas,
sin nada mas que decir.
quedo yo sintiendo un vacío inmenso,
que puede llenarse viéndonos,
en este otoño,
sobre una hojarasca que suene escandalosamente.
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