tu sombra entristece mi nostalgia,
tu aroma me recuerda el dolor de tu ausencia,
áspera y punzante como la vida misma.
Las sillas rechinan crujientes,
la cama ruega por tu suave tacto,
y el vacío que dejó tu voz
hace eco en mi dolorida alma en pena.
Deseo que me cubra el velo de la noche,
y me desaparezca entre sus estrellas.
Y que quede de mí sólo mi aliento,
el último testimonio de nuestro amor.
Desde las infinitas sombras,
anhelo tu piel, más que a la vida.
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