en las noches inquietas de éste frío Mayo,
donde las almas se pierden entre nubarrones,
y los gritos mueren ahogados.
Que el destino me libere de vos,
y que se quemen mis pedazos de amor.
Un hechizo infinito que de mí te logre extirpar,
y que sea sin anestesia, sin suturar.
Que tu boca no me haga desear la fatalidad,
creo que pierdo la noción de mi borroso entorno.
Yo quiero ser sin vos, desconectarme de la ilusión,
que en el cielo de mis días, tu recuerdo me deje vivir.
Que no me enreden tus palabras desoladas,
quiero por fin bajar la guardia, ser en paz.
Que el sol se lleve tu luna y tus males,
pintar el paisaje color soledad.
Que el tiempo no pare, ni el tuyo ni el mío,
vengo con terror de atascarme en tu recuerdo.
Cada pesar me recuerda tu pelo o tus ojos,
y me da la absurda sensación de caer al vacío.
Mi memoria padece la constante presencia
de ésta, nuestra trágica historia.
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